fotografía de José Suarez
Siempre me han fascinado los barcos de madera, y en concreto
las DORNAS, embarcaciones tradicionales gallegas, descendientes de los Drakkar
vikingos, que hasta no hace mucho (y aún en algunos casos) eran utilizadas por
los pescadores de bajura, sobre todo en las Rías Baixas.
Ese olor a brea, el crujir de la madera y de los cabos de
cáñamo me tienen enamorado.
Si se dice que los barcos son seres vivos, esto aún cobra
más sentido si estos están construidos a partir de seres vivos, de materiales naturales.
En las dornas no hay nada superfluo, en ellas nada sobra
pero nada falta. La aparente sencillez de sus elementos y aparejos no menguan
sus cualidades marineras, si bien al contrario, como ya dije en una entrada de
hace años en mi anterior blog.
Ya hace un tiempo me pude acercar un poco a ese mundo de la
mano del amigo Fernando y su “Fungona”, pero se ve que aquel aún no era el
momento.
Pues ahora, al parecer, tendré por fin la oportunidad de disfrutar de una bonita dorna pulpeira de
nueve cuartas, “pequena pero xeitosa”, que tiene más años que
yo.
Una asignatura que tenía pendiente, después de haber
navegado casi en cualquier cosa que flotase. Por eso estoy ilusionado como un
niño, con ganas ya de sentir sus sensaciones.
FINALMENTE NO PUDO SER, PUES EL PERSONAJE CON EL QUE FIRMÉ EL ACUERDO RESULTÓ SER UN IMPRESENTABLE SINVERGÜENZA. NO SÓLO NO TENÍA LOS PAPELES EN REGLA, NI SEGURO, NI REALIZÓ LOS TRABAJOS DE MANTENIMIENTO EN SEIS MESES, SINO QUE LA VENDIÓ SIN PREVIO AVISO, Y ESO QUE TENÍA UN CONTRATO FIRMADO CONMIGO PARA EL USO DE LA DORNA POR DOS AÑOS...
FINALMENTE NO PUDO SER, PUES EL PERSONAJE CON EL QUE FIRMÉ EL ACUERDO RESULTÓ SER UN IMPRESENTABLE SINVERGÜENZA. NO SÓLO NO TENÍA LOS PAPELES EN REGLA, NI SEGURO, NI REALIZÓ LOS TRABAJOS DE MANTENIMIENTO EN SEIS MESES, SINO QUE LA VENDIÓ SIN PREVIO AVISO, Y ESO QUE TENÍA UN CONTRATO FIRMADO CONMIGO PARA EL USO DE LA DORNA POR DOS AÑOS...